Aprender a hacerse respetar, a expresarse y defenderse sin miedo

“Me siento furiosa, siempre estoy recibiendo órdenes, y órdenes y más órdenes de mi padre, de mi hermano, de mi pareja, y venga órdenes, ¿y a mí quién me escucha? Muchas veces están hablando mi pareja, mi hermana, mi madre, y yo me quedo a un lado, intento dar mi opinión, pero me interrumpen todo el rato, no me dejan hablar, así que al final digo, bueno, voy a fluir, y yo me quedo desplazada mientras ellxs hablan. No quiero realmente hacer el trabajo que tengo, tengo las manos destrozadas, yo valgo para escribir, cantar y bailar. Pero ahí estoy yo, haciendo ese trabajo. Me siento furiosa. Cogería una escopeta y daría tiros. Realmente estoy anulada. Anulación de mí misma. Estoy perdida. No sé bien por dónde empezar para salir de aquí”.

“Me ha faltado ser yo misma. No sé discutir, no sé defenderme, no sé enfrentarme a nadie, es como si tuviera miedo, inseguridad. Cuando está presente mi marido es aún peor, me paralizo, me bloqueo. Él está observándome, controlándome, y si hago algo mal me invalida o me desprestigia en público y al llegar a casa. Cuando estoy sola no me pasa, no me bloqueo tanto y algo puedo pensar por mí misma”.

“Y vienen los chavales y ya estoy harta de que se rían de mí. Quiero hacerme respetar. Mi tía erre que erre con que si no me saco la oposición es porque no estudio. Llevo 20 años intentándolo, en 20 años digo yo que algo por cojones he estudiado ¿no? Me molesta que me digan lo que tengo que hacer. Luego ayer, me quedé hasta las tantas hablando con esa gente que en realidad es que es gente que me incomoda, y me quedé preguntándome ¿por qué? ¿esto con qué finalidad me pasa? ¿por qué me pasa esto?

“Me siento pisoteada y estúpida. Ahora se ha echado otra novia. Y va aquí dándoselas. Y yo, que lo he dado todo por mis hijxs cuando estaban mal en el médico o de exámenes. Su padre nunca estaba, sin embargo yo estaba ahí. Él decidió comprarse una moto, yo una casa para mis hijxs. Pero no puedo decirle basta al padre de mis hijxs porque se me echan encima, se encaran conmigo si le digo basta a su padre. Viene a mi casa, y me lo encuentro por mi casa, así como si nada. Y no quiero que lo haga. Tengo rabia, me siento pisoteada, porque es mi casa no la de él. Pero si le digo algo mis hijxs se me encaran, se enfadan conmigo”.

“Su hija me coge las cosas, me quita ropa. De pronto me desaparece una falda, o un pantalón. Y cuando se lo digo, me dice que ella no sabe nada, que busque bien. Su padre, mi pareja, también me quita las cosas, en el sentido de que hace lo que quiere, las mueve de sitio o se las queda. A su hija no puedo decirle nada, porque entonces mi pareja me dice que a su hija ni tocarla ni decirle nada y que si no, me vaya a la calle. No sé qué hacer, pero tengo rabia”.

«Me siento quemada. Amargada. No me tienen respeto. Tengo que tener mi espacio, y siento que me lo invaden, me lo quitan. Como que veo que van a aprovecharse de mí, y o me callo y lo dejo pasar, o me pongo a la defensiva. ¿Pero de qué forma te haces respetar? ¿Qué puedes hacer para que te tengan respeto? Sólo se me ocurre ponerme en mi sitio y decir las cosas claras. Y si no soy querida no me quieren o me rechazan al menos yo tendré la conciencia tranquila. Si mi compañera sale 10 veces a fumar, yo salgo 20 ¿por qué? Te sientes quemada, cansada y amargada porque sientes que no te tienen respeto. Te pasa en todas las áreas de tu vida, en el trabajo, con lxs vecinxs, con la familia. Sientes que se aprovechan de ti, o que intentan robarte el espacio. Sientes además que no te aceptan porque te sales de la norma y no sigues al rebaño”.